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La obesidad reducirá la esperanza de vida en 3 años para el 2050

  • Actualidad

La obesidad es una enfermedad crónica con dimensión pandémica en el mundo occidental, tanto en países desarrollados como en vías de desarrollo, y es actualmente uno de los retos más difíciles de afrontar en salud pública.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la prevalencia de obesidad en muchos países europeos se ha triplicado desde 1980, 30–70% de los adultos en la Unión Europea tienen sobrepeso y un 10–30% obesidad. Globalmente, al menos 2,8 millones de personas mueren cada año como resultado del exceso de peso. En España en 2030 habrá 27,2 millones de adultos con exceso de peso, que conllevará un aumento del gasto sanitario actual en más de 3.081 millones de euros. Y según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en las próximas tres décadas el exceso de peso será responsable de 92 millones de muertes, reduciéndose la esperanza de vida en 3 años para el 2050. Si los gobiernos europeos invirtieran los costes directos e indirectos de la obesidad en estrategias coste-efectivas se podría conseguir un ahorro del 60% en muchos países europeos.

Con el objetivo de dar a conocer que la obesidad es una enfermedad crónica con una gran repercusión en salud y que requiere de un manejo activo tanto en prevención como en tratamiento, se celebra cada 4 de marzo el Día Mundial de la Obesidad. Esta enfermedad tiene poco reconocimiento, tanto por la sociedad como por el sistema sanitario. Datos de España del estudio ACTION-IO (Concienciación, Cuidado y Tratamiento en el Manejo de la Obesidad, una Observación Internacional) muestran que sólo el 59% de las personas con obesidad consideran que la obesidad es una enfermedad crónica, y un 80% de los encuestados consideran que la responsabilidad del tratamiento es únicamente suya. Todo esto repercute en una demora importante en la consulta con el profesional sanitario hasta de 6 años, contribuyendo a una peor evolución de la enfermedad.

A nivel sanitario, solo un 44% de los pacientes con obesidad reciben el diagnóstico de obesidad por su médico y apenas un 24% son citados a visita de seguimiento, a diferencia de otras enfermedades crónicas, lo que dificulta su tratamiento. Esta menor atención se relaciona principalmente con la estigmatización de esta enfermedad, que culpabiliza al paciente por tener malos hábitos alimentarios y ser responsable de su enfermedad. Sin embargo, los conocimientos actuales indican que la obesidad tiene un origen complejo y multifactorial donde interaccionan muchos factores que están fuera del control del individuo. Causas de la obesidad son condiciones genéticas y endocrinas; factores ambientales, como estrés; dieta y patrones de trabajo cada vez más sedentarios.

Actualmente existen guías del abordaje y tratamiento de la obesidad realizadas por diferentes sociedades científicas que permiten a los profesionales afrontar esta patología de manera más eficaz. Sin embargo, existen múltiples limitaciones en el acceso de la persona con obesidad a recibir un abordaje multidisciplinar que ha demostrado ser efectivo y que incluye cambios en los hábitos alimentarios, actividad física y aspectos conductuales. Esto se debe a las escasas Unidades de Obesidad multidisciplinares existentes que disponen del personal adecuado para tratar esta patología.

A su vez, los fármacos actualmente comercializados para el tratamiento de la obesidad no están financiados por el Sistema Nacional de Salud, de manera que su uso se encuentra limitado por las condiciones económicas del paciente. Este aspecto ejerce un gran impacto discriminativo frente a otras enfermedades crónicas.

En la misma línea, aquellos pacientes con obesidad grave que podrían beneficiarse de una cirugía de la obesidad están sometidos a largas listas de espera. Esta situación contribuye al deterioro en la calidad y expectativa de vida de las personas con obesidad.

En el momento actual, la pandemia por coronavirus ha afectado de manera especial a los pacientes con obesidad, cuyo riesgo de infección, complicación y mortalidad en caso de COVID-19 es superior a pacientes normopeso. Por otro lado, la cancelación de cirugías por la pandemia ha comportado un retraso muy acusado de las cirugías bariátricas.

 

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