Claves para cenar sano y tener un sueño reparador
Dado que tras la cena nos vamos a dormir (lo que implica mucho menos desgaste energético) debemos poner especial atención en lo que tomamos en la última comida del día.
Según la Doctora María Achón y Tuñón, Profesora Titular de Nutrición y Bromatología de la Facultad de Farmacia de la Universidad CEU San Pablo: «Se recomienda que la cena aporte aproximadamente un 20-30% de las calorías diarias. El desayuno, junto con una toma a media mañana, entre un 30-35%; lo mismo que la comida de mediodía; y un 10% la merienda. Se recomienda por tanto que la mayor parte de los alimentos se consuman en la primera mitad del día». Además, se recomienda cenar al menos dos horas y media antes de irse a la cama. Con esto se evita la coincidencia de insulina y de melatonina (esta última interviene en la conciliación del sueño). En general, si se cena tarde (1h antes de dormir), la glucosa aumenta en sangre y al organismo le resulta más difícil normalizar estos valores elevados de glucemia.
No cabe duda de que somos lo que comemos y hay una clara relación entre la comida y problemas como la obesidad.
Sin embargo, en lo que quizá no reparamos habitualmente es en que nuestra alimentación puede jugar un papel determinante en nuestro sueño y vigilia. «En la cena, los alimentos no deben incluir un alto contenido en carbohidratos de absorción rápida. Se debe evitar el consumo de dulces, bollería y similares, antes de ir a la cama, para que la producción de insulina no coincida con los valores elevados de melatonina. Por otra parte, diferentes estudios describen que una dieta rica en carbohidratos puede ayudar a conciliar el sueño, ya que los alimentos dulces favorecen la entrada de triptófano a través de la barrera hematoencefálica, lo que ayuda a una mayor producción de melatonina», asegura María Achón.