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Vitamina D y COVID 19

  • Actualidad

La vitamina D es necesaria para una adecuada mineralización ósea. La deficiencia severa y mantenida origina raquitismo en niños y osteomalacia en adultos.  Situaciones de insuficiencia menos grave se relacionan con una mayor fragilidad ósea.

No se recomienda la medición de vitamina D de forma generalizada sino sólo en personas con riesgo de presentar niveles bajos. En estos casos es importante optimizar los valores de vitamina D circulante manteniéndolos entre 20-50 ng/ml particularmente en población anciana o frágil.

La principal fuente de vitamina D es la producción en la piel tras la exposición a la radiación solar, de la que se obtiene hasta el 90% de la vitamina D. Es aconsejable una moderada exposición solar, unos 20 minutos cada día, en brazos y rostro para aumentar la síntesis endógena de vitamina favorecida por la radiación ultravioleta. En esta época del año las horas de luz solar ya van aumentando y en nuestros domicilios es recomendable pasar ratos en terrazas o ventanas.

Las fuentes dietéticas de vitamina D son menores e incluyen los pescados grasos como el salmón, las sardinas y la caballa, los huevos y el hígado. Otra fuente dietética de vitamina D son los lácteos suplementados en vitamina D: leche, quesos, yogures, etc...

Para el tratamiento del déficit de vitamina D se recomiendan preparados farmacológicos de vitamina D. En España disponemos de diversos suplementos farmacológicos de vitamina D y debe consultarse previamente con el médico su indicación, el tipo de vitamina D (colecalciferol y calcifediol), la dosis y formulación y la duración del tratamiento. Además, deben controlarse los niveles en sangre hasta alcanzar los niveles adecuados.

En los últimos años hay un creciente interés por la vitamina D y sus metabolitos, no solo por su importante papel a nivel óseo, sino también por otros efectos como los inmunomoduladores descritos en estudios preclínicos.

Con estos antecedentes su posible utilidad en el tratamiento de la infección por COVID-19 ha crecido en los últimos días. En este contexto, artículos periodísticos han publicado que la prevalencia de hipovitaminosis D es alta en los pacientes infectados y que la administración de diferentes formulaciones de vitamina D tendría un efecto positivo en su recuperación.

La masiva diseminación de este tipo de información debe ser contrastada con la evidencia científica disponible. En este sentido corresponde a las sociedades científicas indicar que, en la actualidad, no existen suficientes ensayos clínicos que permitan aconsejar la administración suplementos de vitamina D como procedimiento para proteger de la infección por COVID-19 o mejorar su pronóstico.

Además, es necesario señalar que la administración de dosis altas de vitamina D no está exenta de efectos secundarios potencialmente graves. Por esto, este tipo de intervenciones deben ser planteadas como ensayos clínicos con todas las garantías éticas y científicas para los pacientes.

 

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