El 25% de los Trastornos de Conducta Alimentaria se cronifica
La Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), con motivo del Día Internacional de la lucha contra los Trastornos de Conducta Alimentaria (TCA), que se celebra hoy 30 de noviembre, resalta que un diagnóstico precoz es uno de los factores más importantes en el momento de determinar el pronóstico, así como la probabilidad de curación. “Un TCA de larga duración, superior a 8 o 10 años, tiene un índice de curación muy bajo y una alta probabilidad de convertirse en crónico”, apunta el doctor Francisco Botella, coordinador del Área de Nutrición de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN).
Los TCA son una enfermedad mental caracterizada por una alteración en la forma en que una persona percibe su propio peso o su constitución física, con una influencia impropia del peso y de la constitución corporal en su autoevaluación, así como una ausencia persistente de reconocimiento de la gravedad del peso corporal bajo o de su pérdida. Los distintos tipos de TCA se clasifican en anorexia nerviosa, bulimia nerviosa, trastorno por atracones, junto con otros trastornos alimentarios o de la ingestión de los alimentos, que normalmente se corresponden con formas incompletas o mixtas de alguno de los anteriores.
Asimismo, los TCA representan la patología psiquiátrica con el índice de mortalidad más alto siendo hasta 8 veces superior al de las personas sanas del mismo grupo de edad. La psicopatología y la desnutrición imposibilitan, en muchas ocasiones, las relaciones sociales, y tienen también consecuencias a nivel académico y profesional. “El fracaso académico y el aislamiento social son, por desgracia, muy frecuentes. Los tratamientos para el manejo de los TCA son prolongados, ya que suelen superar los dos años y se estima un alto porcentaje de recaídas, aunque alrededor de un 70-80% de los pacientes supera la enfermedad. Aproximadamente un 20-25% de los casos se cronifica, sobre todo, aquellos de larga evolución con difícil accesibilidad a un equipo terapéutico o con un entorno familiar y social desestructurado”, mantiene el endocrinólogo.
El papel del endocrinólogo, crucial en el abordaje de los TCA
Los efectos que los TCA causan en el organismo, junto con la repercusión psicológica y la posible comorbilidad psiquiátrica asociada (depresión, delirio, intento autolítico) son múltiples y, en ocasiones, determinan la gravedad y la probabilidad de supervivencia del paciente.
Algunas de las consecuencias para el cuerpo son la desnutrición extrema, el déficit de nutrientes específicos (hierro, vitamina D, tiamina, zinc), las alteraciones hidroelectrolíticas provocadas por las maniobras purgativas (vómitos autoinducidos, abuso de laxantes y/o diuréticos) como la deshidratación, la sobrecarga hídrica, la hiper/hiponatemia, la hipopotasemia y las alteraciones hormonales como amenorrea, hipogonadismo, hiperprolactinemia, la detención del crecimiento y el desarrollo de osteoporosis/osteomalacia.
El endocrinólogo desempeña un papel vital en el abordaje de esta patología, junto a los profesionales de salud mental (psiquiatra/psicólogo), dietista-nutricionista, enfermera especializada y terapeuta ocupacional dentro del equipo multidisciplinar de cualquier Unidad de TCA. “Un equipo multidisciplinar, que trabaja en una unidad específica, obtiene mejores resultados que cualquier profesional de manera aislada. Todas las guías nacionales e internacionales abogan en este sentido”, subraya el doctor Botella, quien agrega “los Servicios de Endocrinología y Nutrición nos encargamos de corregir la desnutrición mediante la terapia médica nutricional, suplementar las deficiencias nutricionales específicas, estudiar y tratar la función gonadal y la salud mineral ósea, asistir las alteraciones hidroelectrolíticas y evitar el síndrome de realimentación”.
La corrección de la desnutrición y el peso bajo son prioritarios ya que en muchas ocasiones no puede abordarse ningún tratamiento psicopatológico hasta que se supera la desnutrición. “La Terapia Médica Nutricional incluye el consejo dietético y la educación alimentaria de la paciente y su familia, así como el uso de nutrición artificial cuando sea necesario, siempre de forma consensuada con el resto del equipo y de forma progresiva, para evitar posibles complicaciones (síndrome de realimentación) en el proceso de renutrición”, sostiene este especialista.