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Síndrome metabólico: cómo se diagnostica y por qué importa aunque no tengas diabetes

  • Actualidad

El síndrome metabólico es un conjunto de alteraciones que aumentan de forma significativa el riesgo de enfermedad cardiovascular y diabetes tipo 2. No es una enfermedad en sí, sino un estado de alerta metabólica que se diagnostica cuando concurren varios factores de riesgo en la misma persona.

Según los criterios más utilizados, se confirma cuando hay al menos tres de los siguientes:

  • Perímetro abdominal elevado (obesidad central).
  • Triglicéridos altos.
  • Colesterol HDL bajo (el “colesterol bueno”).
  • Presión arterial elevada.
  • Glucosa basal alterada.

Lo preocupante es que muchas personas jóvenes y de mediana edad no tienen diabetes, pero ya cumplen varios de estos criterios. Eso significa que su cuerpo se encuentra en un entorno de inflamación crónica y resistencia a la insulina, lo que multiplica las probabilidades de infarto, ictus y enfermedad renal en los años siguientes.

El diagnóstico se hace con una combinación de exploración física (medida de cintura y tensión arterial) y analítica de sangre. Detectarlo a tiempo es crucial porque permite intervenir antes de que aparezcan complicaciones mayores.

El abordaje se centra en cambios de estilo de vida: reducción de peso, dieta equilibrada, ejercicio físico regular y, cuando es necesario, tratamiento farmacológico para controlar la hipertensión, la dislipemia o la hiperglucemia.

En resumen: aunque no tengas diabetes diagnosticada, si cumples criterios de síndrome metabólico, tu riesgo cardiovascular se multiplica y conviene actuar de inmediato.

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