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Diabetes y COVID-19

  • Actualidad

Lo que ha demostrado esta pandemia COVID 19 es que no afecta de la misma forma a las personas, siendo más benévola y asintomática en personas jóvenes (no siempre) y provoca más riesgos de agresividad clínica evolutiva en personas de más avanzada edad.

 

 

La severidad de la enfermedad con requerimiento de hospitalización, intubación traqueal, persistencia en UCI y mortalidad puede ocurrir en cualquier individuo sano de cualquier edad, pero el riesgo de enfermedad severa es más pronunciado en adultos de avanzada edad y/o con enfermedades de base presentes, incluida la diabetes.

Los datos sugieren que los pacientes con diabetes tipo 2 cumplen más estos criterios de severidad por su perfil de edad más avanzada y más comorbilidades, pero en diabetes tipo 1 también se ha demostrado que tienen mayor riesgo de severidad y mortalidad que la población general, sobretodo en mayores de 49 años.

En un gran porcentaje de personas que padecen diabetes también presenta obesidad, otro factor independiente de riesgo de evolución severa de enfermedad por COVID-19.

Tanto estas patologías, la edad como otras crónicas que el paciente padece, provoca un mayor riesgo de disfunción de órganos del paciente infectado por COVID-19, debido a que el organismo pierde la capacidad defensiva de reacción coordinada y la suficiente eficacia para responder adecuadamente a la infección, y en ocasiones lo hace de forma descontrolada y excesiva, provocando más daño que el propio virus.

En el paciente con diabetes, se ha podido observar que una forma de desenmascarar una posible infección por COVID-19, al igual que otros virus e infecciones, es por la hiperglucemia en la monitorización habitual de causa no justificada, en ocasiones de difícil control.  El mantenimiento de esta hiperglucemia en el tiempo con aumento de la hemoglobina glicosilada es un marcador subrogado de severidad de enfermedad que se ha asociado a mayor mortalidad.

La infección por COVID-19 puede provocar descompensaciones hiperglucémicas importantes, una mayor resistencia insulina requiriendo más dosis de insulina o inicio insulinización, y en diabetes tipo 1 más riesgo de cetoacidosis.

Los objetivos del manejo de los pacientes con diabetes son diferentes según el perfil del paciente y severidad del cuadro clínico, pero van dirigidos a prevenir la hipoglucemia, la hiperglucemia significativa o el riesgo de desarrollo de cetoacidosis diabética:

  • En pacientes con diabetes tipo 2 asintomáticos o clínica leve sin descompensaciones glucémicas importantes (< 200 mg/dl) se requiere mantener el tratamiento pautado como normal general, aunque conviene consultar a su médico o especialista para valorar la necesidad de cambiar temporalmente el tipo de tratamiento por mayor riesgo del mismo en situación aguda o por falta de ingesta/hidratación, o incluso ajustar la dosis del mismo para mejorar su control glucémico. Conviene mantenerse bien nutrido y bien hidratado, y medirse la glucemia capilar 2 veces/dia.

 

  • En pacientes con diabetes tipo 2 con síntomas leves que mantienen controles glucémicos más elevados (> 200 mg/dl) a pesar de ajustes de tratamiento antidiabético oral, precisarán iniciar insulina de larga duración para su administración cada 24 h, con ajuste de dosis progresivo según los controles glucémicos capilares que deberán hacerse como mínimo 2 veces al día o más si se precisa por empeoramiento del control. Conviene mantenerse bien nutrido y bien hidratado.

 

En caso de empeoramiento progresivo clínico o del control glucémico a pesar de las medidas comentadas, se recomienda acudir de forma urgente a un centro hospitalario o de día de diabetes para su manejo.

  • En pacientes con diabetes tipo 1 deberán monitorizarse las glucemias capilares más frecuentemente (cada 2-4 horas) según el control, o mediante su monitor continuo de glucosa o en su modalidad flash. Además deberán vigilar sus cetonemias mediante muestra capilar, sobretodo si hiperglucemia > 250 mg/dl, falta de ingesta o deshidratación, o síntomas importantes. Cuidado con algunos monitores de glucosa más antiguos con la toma de paracetamol, vitamina C o aspirina para combatir los síntomas virales, dado que pueden dar errores en la medición de las glucemias.

 

En caso de falta de ingesta mantener la insulina basal de larga duración con administración cada 24 h para intentar controlar la glucemia y la aparición de cuerpos cetónicos, que podrían complicar la evolución del cuadro clínico. Se puede utilizar insulina rápida de rescate en caso de persistir con glucemias > 200 mg/dl o con aparición importante de cuerpos cetónicos (> 1,5 mmol/L), a pesar de ajustar la insulina basal.

Conviene mantenerse bien nutrido y bien hidratado.

Si a pesar de estas medidas persiste la clínica que complica mantener una buena hidratación o ingesta, y los cuerpos cetónicos persisten elevados, se recomienda ser atendido de forma urgente en un centro hospitalario o de día de diabetes para su manejo.

 

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